martes, 29 de julio de 2008

La cueva de Montesinos - Enrique Anderson Imbert


LA CUEVA DE MONTESINOS
Enrique Anderson Imbert

Soñó Don Quijote que llegaba a un transparente alcázar y Montesinos en persona —blancas barbas, majestuoso continente— le abría las puertas. Sólo que cuando Montesinos fue a hablar Don Quijote despertó. Tres noches seguidas soñó lo mismo, y siempre despertaba antes de que Montesinos tuviera tiempo de dirigirle la palabra.
Poco después, al descender Don Quijote por una cueva el corazón le dio un vuelco de alegría: ahí estaba nada menos que el alcázar con el que había soñado. Abrió las puertas un venerable anciaño al que reconoció inmediatamente: era Montesinos.
—¿Me dejarás pasar? —preguntó Don Quijote.
—Yo sí, de mil amores —contestó Montesinos con aire dudoso— pero como tienes el hábito de desvanecerte cada vez que voy a invitarte...

De Cuentos en miniatura.

Grabado de Gustavo Doré.

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