martes, 21 de abril de 2009

Inmortalidad - Eduardo Gotthelf



Su obsesión era salir del anonimato y quedar para siempre en el recuerdo de la gente. Tal vez alguien le contó lo de Alejandría, pero en el pueblo lo más parecido a una biblioteca era el Juzgado de Paz, frente a la plaza. Una noche de invierno de 1922 entró con una lata de kerosén y una caja de fósforos. Por descuido o por suicidio, murió entre las llamas.
Sus datos de filiación se quemaron en el incendio.

Reproducido con permiso del autor de Cuentos Pendientes. Editorial Ruedamares (2007).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Eduardo, soy Sebastian Gotthelf de mexico , nacido en argentina, seremos familiares? Soy nieto de Alberto Gotthelf, en fin , te mando saludos desde mexico.