sábado, 10 de octubre de 2009

Ungüento - José Luis Vasconcelos


Por años usó inútilmente pomadas para calmar la rasquera que descarapelaba su cráneo. Hasta que un ciego vendedor de ungüentos llegó a su hogar y le dijo: Use esto y no sufra más doña Medusa, no es caspa lo que tiene, sólo que su cabello siempre cambia de piel.

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