sábado, 30 de enero de 2010

Dilación – Sergio Gaut vel Hartman


El jugador contempla el tablero desde el cenit; su mano vacila, a punto de cometer el fatal error. Entonces, incapaz de detener el movimiento iniciado, se finge ciego y, haciendo gala de una irritante torpeza, derriba la mayor parte de las piezas. Evita así ser derrotado, por supuesto, aunque esta nueva postergación del desenlace sólo sirve para acercarlo otro paso al peor de los infiernos: el abismo negro en el que habita un déspota caprichoso (yo) que juega a ser un dios y disfruta con el sufrimiento de su creatura.

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