Desde que llegamos a este páramo, hemos habitado cuerpos salvajes de formas recortadas. Pieles suaves, miradas felinas. Fuertes y voraces. Apresados a un instinto de resguardo y dominados por la traición. Se les ha vuelto fría la sangre. Se les han entorpecido las manos. No hemos encontrado entre estos despojos de humanidad ningún corazón de hombre.
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