martes, 31 de enero de 2012

Pesadilla - Anna Rossell Ibern


Sintió de repente una fuerte presión en la parte trasera superior del cráneo. Golpeaba una y otra vez contra una cavidad dura, pero era ella misma quien se provocaba los golpes tomando impulso, como en un arrebato incontrolable. Al dolor se sumaban gritos ensordecedores, que llegaban a sus oídos, primero amortiguados y después cada vez más agudos e insoportables. Una luz cegadora le hirió las pupilas y otros gritos, ahora los suyos propios, dieron rienda suelta al espanto que había ido acumulando. “¡Es una niña!”, informó el médico a los padres.
Acerca del autor

El miedo en casa - Sergio Cossa


Reniego sobre mi falta de inspiración para escribir un relato de terror. La trama es original, los personajes, oscuros, pero no logro plasmarlo en la hoja. Llevo todo el día y un cesto repleto de papel arrugado. Escribí, tiré, me fui, leí, volví a escribir, caminé por el bosque hasta que el frío de la noche me regresó a la cabaña.
Las historias cómicas, las anécdotas, las greguerías con poco esfuerzo dibujan una sonrisa en el lector. ¿Pero cómo logro ese rictus de miedo, esos espasmos que contraen el estómago y erizan la piel en unas pocas líneas?
Decido darme un respiro y me preparo un café. Escucho un golpe seco en la habitación contigua y cuando me acerco veo la ventana abierta. El viento helado retuerce las cortinas y un hedor suburbano y mugriento me agrede desde la oscuridad.

viernes, 27 de enero de 2012

De perros – Mónica Cazón


Admito que esto de ser un insecto tiene sus privilegios. El médico dijo que no sufro de patologías severas; nada de depresión, ansiedad o gula. Tampoco enfermedades cardíacas ni del aparato digestivo. Y como si todo eso fuese poco, puedo copular todo el día y cuento con la absolución del Vaticano que bendice estas uniones.
Claro que el doctor se olvidó de avisarme que mis ojos poseen lágrimas; recién ahora me explico por qué, de tarde en tarde cuando la recuerdo, lloro desconsolado y nadie lo sabe.
Del libro en preparación: PLEXOS

miércoles, 25 de enero de 2012

Lapsus - Carlos Enrique Saldivar


Un hombre está solo en su casa. Es de noche, tiene miedo. Sabe que planean asesinarlo. Está condenado. Esta noche es la última para él. Alguien ha cogido un cuchillo de la cocina. Lo oye, pero ya es tarde. El arma se clava en su pecho y rostro una y otra vez. Por unos segundos logra ver una mano asesina: la suya.

A medio camino - Pablo Moreiras


Sentado ante la mesa negra el niño escribe y escribe sin mancharse las manos, dibuja con los labios mudos las palabras que van coloreando sus ojos, el niño escribe y escribe, inventa y sueña, el niño sobre la mesa negra, con viejas fotos en las paredes que la mañana ilumina más allá del cristal que las protege. Sus dedos a tientas no temen, conocen bien el camino, sin miedo se abalanzan sobre el paisaje, y suenan las teclas negras, sobre la mañana y el mundo lejos, suenan y suenan las manos del niño que ya no se mancha las manos, manos que aún recuerdan el tacto de los lápices, de las ceras y la tierra, manos viejas de un niño que se mesa la barba, y por un momento se siente perdido, a medio camino de su infancia y un poema.

Tomado de: Se vende poesía
Acerca del autor: Pablo Moreiras

Incomprensible - Paloma Hidalgo


¿Por qué me mira así? Esa sonrisa hilvanada en la tristeza de sus ojos, me deja inerme. Cuando me miran con miedo o con odio es diferente, lo mismo que cuando lloran; con levantar la voz para decirles que se callen, puedo seguir con mi trabajo; pero cuando me agradecen la toalla que les doy con una sonrisa, me dejan como si la ducha fría me la hubiera dado yo. 

lunes, 23 de enero de 2012

Arma secreta - David Moreno


Es la hora señalada. Mediodía, justo cuando el sol se eleva en la vertical, cuando se disputan todos los duelos.
Por un momento pienso en escapar pero aún no puedo.
Desde la zona central, sin apenas mirarnos a la cara, nos damos la vuelta y nos alejamos al ritmo de la banda sonora de la película de “El bueno, el feo y el malo”. Contamos veinte pasos y esperamos el pistoletazo de salida.
Tan pronto como se escucha, descubro que se aproximan a velocidad vertiginosa decenas de balas de distinto calibre.
Yo todavía no he reaccionado.
Pero no saben que tengo el arma más potente. Soy el protagonista y autor de este microrrelato. No puedo morir.

Tomado de No Comments

Encuentro de algún tipo - Alejandro Bentivoglio



Cuando desperté, descubrí que un hombre me observaba atentamente. De inmediato supe que era un fantasma o un sueño. La explicación del evento, en cualquiera de sus variantes, era obvia. El hombre parecía tan sereno como yo y permanecía en silencio. Quizás pensaba que yo podía ser también un espectro o alguna simple fantasía onírica.
Era temprano para ir a la oficina y supuse que tendría un tiempo para meditar sobre las implicaciones metafísicas del asunto, pero entonces mi mujer entró al cuarto y lo interrumpió todo. Supe que no sería difícil que comprendiese la fenomenología del hecho, pero sí complejo explicarle por qué aquel hombre y yo permanecíamos desnudos en la cama, tiernamente abrazados.

Tomado del blog: http://memoriasdeldakota.blogspot.com/

Camino de regreso - Jaime Arturo Martínez Salgado


A punto de ingresar a la celda a purgar su larga pena, el reo hizo un alto. Desanduvo sus pasos, caminó hacia el despacho del juez, luego cruzó frente al cuartel de la policía y desde allí siguió hasta la ominosa calle de las dos de la mañana. No desenfundó el puñal y se tragó la ofensa. Las hojas caídas volvieron a ser mecidas por la brisa, en lo alto del árbol.

sábado, 21 de enero de 2012

Cosas de niños - Xavier Blanco


No he sido capaz de olvidar aquella imagen de Papa Noel agonizando en el salón; ni la mirada de mi hermana observando impasible la escena. Sus ojos ardían y en esas llamas resplandecía humeante la pistola que aferraba entre sus manos. Su voz cándida todavía martillea en mi cerebro: “ese gordo existe, pero yo no he pedido una muñeca”. Para no disgustarla, lo enterramos con el disfraz, el relleno y la barba de algodón; hasta el cura se reía. Ella, ingenua, espera que los Reyes Magos le traigan la bicicleta, pero sigue preguntando insistentemente donde está papá.

© Xavier Blanco 2011.
Tomado del blog Caleidoscopio 
Ilustración: Paul Klee "The Mask" (fragmento)

La loba - Sergio Cossa


La madre loba se quejaba:

–¡Demasiadas actividades para una sola noche! Mantengo limpia la madriguera, educo a mis lobeznos, los alimento cuando regresa mi esposo con algunos conejos del bosque… Con suerte me quedarán unos minutos para aullarle a esta fantástica luna llena, antes de que volvamos a ser una común y rutinaria familia de humanos.

Ilustración: "Los Cuatro", de Xul Solar

No será el fin del mundo - Claudio G. del Castillo


–Oye, Fu.
–Di… Dime, Fa.
–¿Me acompañas a destruir la Tierra?
–No jodas. ¿No ves que estoy mirando el fútbol?
–Tú te lo pierdes. ¿Dónde pusiste la bomba de kavrones?
–¿Qué? ¡Ah, sí! En el sótano... Despeja. ¡Despeja!
–Hasta ahorita, Fu.
–¡¿Para qué quieres el tercer brazo, idiota?! No. ¡No! ¡Nooo! –“¡Gol! ¡Gooooool, de Xzotr, marcando de birloro a un segundo del final!”– Mierda. ¡Mmmierda! –“Y Marte, señores, vuelve a quedarse con las ganas ante un Mercurio que supo...”– Supo un carajo. ¡Un ca-ra-jo!... Al demonio. ¡Espérame, Fa!


Ilustración: "Windows walk", de Rob Gonsalves



Acerca del autor:

Colección de monedas - Ana Casale


Dentro del cajón, una caja, dentro de la caja, un cofre de ébano. Espero con ansias. Tus manos de papel, temblorosas, abren el tesoro. Redondas, desgastadas algunas y otras refulgentes. Rescatadas con  palabras para que el olvido no las vuelva a enterrar. Una cascada musical sobre las baldosas en ajedrez negro y blanco. Cada cual encierra un secreto. 1820 es la favorita.  Una mujer la entrega por una cesta con pasteles dorados. Vestidos de muselina y lazo de seda color punzó. Juntos caminamos por esas calles de barro. Buenos Aires de tambores negros. Cada día historias diferentes. Tintinean y caen. Quiero escucharte una y otra vez. Aire de provincia. Tu cuidado amoroso al sacarles brillo y  hacerlas girar en el aire. Cada una tiene tu voz y tu recuerdo. Tus paisajes inventados.
Pero alguien se las llevó creyendo que eran dinero.

Ilustración: "Vuelos mágicos", de Remedios Varo

jueves, 19 de enero de 2012

El encerado - Luisa Hurtado González



La pizarra, completamente llena de letras y números, se extendía ante sus ojos como un universo lleno de promesas, mágico. Y ella, sentada en su pequeño pupitre, esperaba que la profesora señalase a aquél que haría el trabajo que tanto deseaban: borrar el encerado.
Un instante se extendió sobre sus cabezas, un segundo eterno que se repetía todas las mañanas antes de que se iniciase la clase, un momento que siempre terminaba cuando aquel dedo poderoso señalaba a alguien, el mismo índice que la eligió a ella aquella mañana de lunes.



Luisa Hurtado González

La Hormiga - Alejandro Jomar



Hubo una hormiga que conoció la escritura; pero su colonia lo rechazó por no ser un trabajador como los demás. Empezó a escribir epopeyas, novelas y teatros hasta que un día renovó su escritura haciéndola tan diminuta como su tamaño creando así un nuevo estilo. En su nostalgia antes de morir pensó que era la única diferente; pero al día siguiente de su deceso, aunque le hubiese gustado saberlo, la colonia decreta dos horas diarias para leer y escribir. La hormiga cansada de todo tocó el acordeón y expiró.

martes, 17 de enero de 2012

Sobrepeso - Fernando Puga


"¡No deje pasar más tiempo! Con nuestro método baje hasta diez kilos por semana. ¡Inigualable! Llame ya y recibirá un descuento especial. No lo deje pasar. ¡Esta es su oportunidad! ¡¡Llame ya!!"
Cuando la soga se cortó al patear la silla el mensaje publicitario resonó en mi cabeza amoratada. Llamé al cero ochocientos.

El que avisa no es traidor – Sergio Gaut vel Hartman


EMPRESA EXTERMINADORA ZABÍT CHYBY S.A. Eliminamos todo tipo de insectos, incluyendo especies mutantes. Atención especializada a todos aquellos hogares interesados en nuestros servicios que carecen de las correspondientes alimañas. Disponemos de un amplio surtido de artrópodos, odonatos, ortópteros, lepidópteros, dípteros, hemípteros, coleópteros, himenópteros y blátidos. Abierto las 24 horas los 365 días del año. Socio Gerente: Gregor Samsa.

domingo, 15 de enero de 2012

¿Por qué ahora? - Sergio Gaut vel Hartman

Se arrastraba buscando comida entre las ruinas de lo que en otros tiempos fue un lujoso centro comercial. La vida se había puesto imposible después del ataque viral masivo de los iraníes y la consiguiente epidemia de peste bubónica mutada de 2012, calamidades seguidas por el descongelamiento de los casquetes polares, el terremoto grado nueve y el devastador tsunami de 2013, a lo que se sumó la sequía global de 2015. Ni siquiera sabía qué lo impulsaba a sobrevivir o qué sentido tenía esforzarse por hacerlo. Ese día estaba hurgando una vez más en el boquete que comunicaba con el depósito de alimentos envasados cuando un ruido espantoso rasgó el silencio sepulcral. Alzó la vista y lo que vio en el cielo lo dejó pasmado.
—¿Por qué ahora? —musitó al contemplar la enorme mole de la nave que flotaba sobre su cabeza.

Medicina alternativa – Héctor Ranea

—La era de excelencia en medicina humana está apenas empezando —dijo Wald—. ¿Le paso vino, Gurz?
—Sí; gracias.
—Como decía, hace poco logramos la lobotomía no invasiva con aspiración de determinados vehículos.
—Sí; ¡esto está delicioso! Realmente, cocina todo muy bien, Wald.
—Claro, por cierto. Después, la reproducción de piernas, manos y diversos otros apéndices.
—Sin comparación con los naturales, diría yo.
—Bueno, pero cumplen sus funciones. Y ahora, este logro decisivo: el hígado sintético humano. ¡Casi diría que llegamos al apogeo, si eso no sonara pesimista!
—Todo lo que quiera Wald, —dijo Gurz—. Pero así como los apéndices humanos naturales tienen mejor sabor, el hígado sintético es demasiado grasoso, qué quiere que le diga.
—Sí. Pero bien que se está comiendo el guiso ahora, ¿no?
—Para el hambre, estimado amigo, no hay pan duro.

Sombra - Jaime Arturo Martínez Salgado

Había jugado de todo… y todo. Pero con aquellas cartas que apretaba en su mano, de seguro ganaría la partida. Frente al hecho de que ya nada tenía, jugó su sombra…y la perdió. Ésta acostumbrada a la luz de los garitos, al aroma del ron y los cigarros decidió ahorcarse junto a su viejo dueño, cuandose enteró que pasaría a manos de un herrero.

El circo Ítaca - Xavier Blanco


Emerge majestuoso, como una nube sin forma definida. Su sombra de palisandro avanza calmosa eclipsando el pueblo. El sol del austro centellea en su lomo. Es el mítico caballo de Troya, único carromato del Circo Ítaca, que penetra fastuoso en la ciudad. De sus entrañas descienden artistas y animales: el adivino Calcante, Penélope - que teje incansable la carpa infinita de colores mágicos-, el Ave Fénix, la lira de Orfeo, la Maga Circe y la Hidra, el monstruo de cincuenta cabezas. Los niños aplauden el vuelo majestuoso de Ícaro y al forzudo Hércules mientras los Centauros disparan sus flechas. Al finalizar la función, Caronte, que realiza las tareas de acomodador, acompaña a los presentes a la salida mientras los niños corretean por el laberinto. Todos saben que siete mancebos y siete doncellas perecerán bajo las fauces del Minotauro. Resuena un tenue canto de sirenas, de color blanco incierto; se desvanece el caballo metamorfoseado monte. En la lejanía anida lo enigmático, la infinitud, tal vez el miedo. Ahí, en el límite de la fantasía, llueven pompas de jabón.

Tomado del blog: Caleidoscopio

viernes, 13 de enero de 2012

Matte Kudasai – Héctor Ranea


Escuchábamos Matte Kudasai por un trío de Jazz cuando comenzó la lluvia, que cada vez se hizo más intensa. Venía la sección que corresponde a “pain, like the rain that´s falling” “el dolor de cómo está cayendo la lluvia”. Ella me dijo: “tengo que irme.” No le contesté, la música me decía todo lo que debía decirle, pero no podía decírselo. En su cara una sonrisa triste me anticipaba que su partida era forzosa, ya no podía impedirla aunque yo supiera que si de mí salían las palabras que tenía en mis poemas, ella se quedaría. Matte Kudasai. Pero no pude decirlas. Prendimos el último cigarrillo y antes de darle una pitada, ella salió. Llovía: pero la lluvia, por supuesto, no la mojaba.

El autor: Héctor Ranea

miércoles, 11 de enero de 2012

Traición - Carlos Rodríguez Arévalo


Más allá de lo que había pasado, lo que no le pasaba por la cabeza era cómo esa persona lo había traicionado. Entendía los motivos, entendía los incentivos, entendía el plan, el proceso y el resultado, pero no entendía por qué ella, por qué su propia persona, por qué habría ella de haberle tendido esa trampa.

Tomado de Microtexteando

Sobre el autor:
Carlos Rodríguez Arévalo

Variaciones sobre el arte de no decir nada - Alejandro Bentivoglio


La resistencia inútil de pensarse en la flor de lo pretensioso. Creer de algún modo que juntar palabras tiene efectos irrevocables. Pero no, no los tiene. Existen efectos de causas demasiado previsibles. Está la posibilidad de hacerlo todo mal y después fingir premeditación.
Porque aunque el tiro se nos no haya escapado accidentalmente, aún así existe la posibilidad de haber cometido el crimen perfecto.


Tomado del blog: Memorias Del Dakota

Alejandro Bentivoglio

¿Qué hacer? - David Moreno


Me desvelo en mitad de la noche, sudoroso, con la respiración entrecortada y, al enchufar la lámpara de la mesilla, compruebo las sábanas de mi cama salpicadas de sangre.
¡Qué horror!
Es la tercera noche seguida que me ocurre.
Más que asustado, estoy aterrorizado.
Después de limpiar y cambiar de nuevo las sábanas, pongo la radio buscando algo de compañía y escucho en las noticias que por tercera noche se ha cometido un crimen. Otra persona (y van tres) muerta por arma blanca en plena calle. Y a la policía se le ha vuelto a escapar el asesino. Y yo acabo de ver en el suelo un enorme cuchillo. Y yo no sé qué hacer.

Tomado de No Comments

David Moreno

lunes, 9 de enero de 2012

En una nave cargada de minas, un amor explosivo – Héctor Ranea



(Agradecimiento especial a Javier López por la cesión de parte del título)

—Si el capitán no provee un medio para parar esto —dijo Zorailla, contramaestre del HGGS Sobaquia— no podría nadie decir hasta dónde va a llegar la onda de choque.
—No puede el teniente estar tanto tiempo con la comandante Zarzaparrilla sin que la chispa nos haga trizas las esperanzas —concluyó, cual gemela demente Sisebuta Cañón, Jefa de planchada—.
Todas las presentes asintieron en silencio. Todas menos Xilema, la teniente de navío, jefa de comunicaciones, ingeniera.
—Yo sí sé dónde iremos a parar. Este navío de carga, señoras, transporta cien unidades de minas pulverizadoras. Si salta una chispa, una mera chispa, pequeña como un sabañón, nuestros cabellos, triturados, llegarán posiblemente a la Luna.
Todas esperaron que el teniente y la cocinera Zarzaparrilla estuvieran debidamente lubricados.

Sobre el autor: Héctor Ranea

Ecos bajo el volcán - José Manuel Ortíz Soto


Con el atardecer como telón de fondo, comenzó el concierto “Pink Floyd: Live at Pompeii”. Tras un letargo de casi dos mil años, los antiguos moradores se asomaron entre las ruinas. Solo el canto de las míticas sirenas podría devolver el alma a sus cuerpos de ceniza. Ellos, esperanzados, acudieron al llamado.

¡Finalmente! - Olga Appiani de Linares


Después de mucho tiempo de dedicarse a la música entendió, por fin, que el mejor modo de demostrar cuánto la amaba era abandonarla para siempre.
Y por primera vez en su vida recibió un aplauso masivo y fervoroso, con el que todos los que habían padecido sus lamentables ejecuciones expresaban un profundo agradecimiento por su decisión.

sábado, 7 de enero de 2012

El premio – Sergio Gaut vel Hartman


Los seres sin cabeza del planeta Ezabincas son una rareza que hubiera deleitado a Olaf Stapledon. Como, obviamente, no tienen cabeza, su cerebro reside en una cavidad contigua al sitio por el que se descartan los residuos orgánicos y todo lo que piensan es desechable. Sin embargo, cuando conocieron la obra de la solipsita fue como si una supernova hubiera iluminado su entendimiento. Así surgió la poesía en Ezabincas y advino al divino rapsoda Cico’lusou, que en este mismo momento viaja hacia el planeta Tausomi para recibir el premio Belno, ganado gracias a las insulsas y nauseabundas futilidades que escribe.

Acerca del autor

Separación de bienes - Fernando Andrés Puga


—Vendemos todo y nos repartimos el dinero; mitad para cada uno —dijo él después de largas peleas.
—Me parece bien —contestó ella, harta de verle la cara todos los días.
Se estrecharon la mano por última vez, en presencia de sus abogados respectivos por supuesto, y cada uno siguió su camino.
Lo único que no pudieron resolver todavía es la venta de los chicos. No tienen contactos en el mercado negro y con lo insoportables que se han puesto ¿quién los querría?

Acerca del autor

Monstruos - Rita Vicencio


Ahí está otra vez, al fondo del armario, rascando la puerta mientras intenta abrirla. Cada noche le escucho desde mi cama, al otro lado del a habitación a oscuras, mientras los muelles ruidos que delatan su existencia se hacen más persistentes... Pero no puede salir. He puesto candado a la puerta. Mamá no lo sabe, papá tampoco. Hace tiempo que lo sorprendí dormido, y ahora soy yo quien se dedica a atormentar al monstruo del armario.

Tomado del blog: http://saborajenjo.blogspot.com/

La verdad - Jesús Esnaola Moraza


Este año he notado al abuelo especialmente cansado. Confieso que me preocupa. No tiene mal aspecto físico, siempre lo he conocido con la cara surcada de arrugas y ese ligero encorvamiento que lo lleva a ensimismarse mirando al suelo como si temiera pisar mal. Parece más un problema de actitud, de tristeza, de carga invisible.
Como cada año en Nochevieja, desaparece de la sala unos segundos antes de medianoche, con la excusa de ir al baño. Nunca está presente durante las campanadas. Regresa cuando todos hemos brindado y gritado y besado a todo el que tenemos cerca. Y lo hace un poco más erguido, más sonriente, más ligero. Y yo, al mirarlo, recuerdo el día que el Trufas, en el cole, me dijo muy serio, y al oído, que los Reyes eran los padres.

jueves, 5 de enero de 2012

El río de la música - Fernando Andrés Puga


El barquito de papel se apoya con suavidad en el arroyo. La mano del abuelo lo armó con destreza inmemorial y el niño lo puso sobre el agua para que viaje hasta la laguna. Lo sigue desde la orilla y ambos, barquito y niño, esquivan ramas, piedritas y pozos.
A la vuelta de un pequeño meandro el barquito trastabilla ante la presencia de una gran roca, pero logra eludirla gracias a su ligereza. El niño festeja la hazaña y tropieza con un tronco. Se levanta rapidito temiendo que el barco se aleje. Pero no; juntos arriban a la laguna y allí espera el abuelo la llegada.
La sinfonía del agua, los pájaros, el niño y el barquito de papel toca a su fin.
El aplauso del abuelo despierta las estrellas.

El circo de los recuerdos - Xavier Blanco


El circo emergía cuando el verano angostaba. Aparecía sin música ni elefantes. No había magia, tampoco equilibristas. El público acarreaba sus propias sillas hasta la plaza y, como no tenía carpa ni pista que montar, la función se representaba en la calle. Los vecinos participaban facilitando los animales: una cabra, un conejo y un par de gallinas. Tío Anselmo, el gaitero, se soltaba con alguna salmodia, y Marcial, el alguacilillo, relataba historias tristes de otros tiempos. Nadie oficiaba de maestro de ceremonias y nunca se escucharon risas ni ovaciones. Decían que el mejor número era uno protagonizado por fantasmas, pero ningún ser humano pudo verlo. Las campanas tañían a muerto y, finalizada la función, la compañía se evaporaba. Sin música, sin aplausos, sin nada, y marchaban por el mismo camino por el que nunca vinieron.

El mar en tu ventana - Héctor Ranea


La chimenea del Bar “Sin Final” está construida con piedras redondas, pero de cuando en cuando afloran huesos. Nadie supo explicar su origen, ni quisieron saberlo los constructores. Algunos parecían tan viejos como los árboles de piedra que usaron para apuntalar las paredes. Y las conchas marinas con las que sellaron parte de las ventanas rematan en parte la masonería de la casa. Cuando todos callan, algún músico suele decir que el mar se escucha claramente cerca de la chimenea, tan remoto en esas lejanías. Uno que otro paisano sonríe, otro pide más ginebra para el miedo.

martes, 3 de enero de 2012

Yoni bi gud – Armando Rosselot


El Jhonny nunca quiso oír lo que le decían. Era llevado a sus ideas y como querido líder de su pasaje, le gustaba que todos los demás lo siguieran. Cuando cabro chico las niñas se le tiraban al cogote, cuando crecieron se le tiraban a otras partes, pero bueno, todo cambió cuando llegaron los vecinos de atrás. Ahí el Jhonny comenzó a vender “paquetitos”, así luego de un tiempo, mandaba a otros a venderlos. Un día se creyó cowboy y se fue de tres tunazos en la cabeza. Pobre cabro leso, nunca entendió. Está solo. Mañana, dicen, lo desconectan.

Temprano, antes del alba - Fernando Andrés Puga


Una esponjosa nube blanca golpea en la ventana. Es diminuta la ventana que da al cielo y que la esponjosa nube blanca golpea. En la ducha, mientras resbala el agua sobre mi piel dormida, me asomo a la ventana que está a la altura de mis ojos y la entorno para darle paso a la nube mansa que sin culpa entra y me envuelve, me alza, me estira hasta hacerme pasar por la diminuta ventana entreabierta y me lleva. Blanco y esponjoso, desde lo alto lluevo sobre la ciudad que arranca antes que el sol y se refresca con las gotas que soy yo y no son lágrimas, sino caricias de una nube que entró por la ventana.

Libertad condicional - Diana Beláustegui


Está sentado sobre el césped verde recién cortado, con las piernas extendidas, jugando a estirar y encoger los dedos de los pies.¡La voz que lo llama suena tan lejana!La suave brisa le da de lleno en el rostro y aspira con profundidad la humedad que destilan las plantas cercanas a él. En el centro de su pecho desnudo, tiene todavía los pétalos de la margarita desojada, las mira y suspira.La pelota de plástico yace a unos metros, dormida en vestigios de barro, perdiendo su silueta a base de patadas, la mira y sonríe.El tirón de orejas lo levanta casi hasta hacerlo saltar, intenta escapar pero no puede.Se viene el baño con el maldito shampu metiéndose en los ojos, la tarea con las vomitivas sumas y restas, la cena con esos asquerosos brócolis y la cama con el coco en el ropero.


Tomado del blog de autores santiagueños En Los Esteros

Ronda infantil - Silvia Alejandra García


A la niña que está en el medio le quisieron regalar una tijerita de oro para que aprenda a bordar. Pero la niña, tijera en mano, se abre paso entre las niñas que forman la ronda y, con una sonrisa despiadada, avanza hacia la puerta de la casa, donde su padrastro la espera con un cliente.

domingo, 1 de enero de 2012

Invasores asquerosos - Sergio Gaut vel Hartman


—Señor —dijo el profeta Joderías alzando la mirada al cielo—. ¡Ayúdanos, por favor, Señor!
—¿Qué pasa ahora? —tronó, malhumorada, la voz del Altísimo mientras los cielos se abrían y dejaban ver su descomunal figura.
—Hemos combatido con éxito y derrotado a los arameos, a los dananeos, a los jebuseos, a los filisteos y a los amorreos, Señor, pero ahora nos asola un pueblo venido del infierno, que posee armas que no podemos neutralizar.
—¿Ah, sí? —bramó el Supremo, mirándose las uñas recién manicuradas.
—Sí. Y lo peor de todo, Señor, es que luego de atacar nuestros poblados a sangre y fuego, saquearlos y matar a todos los hombres, violan a las mujeres y les transmiten una horrible enfermedad que impide que podamos entrar en ellas sin contagiarnos.
—¿Y como se denomina ese pueblo? —inquirió el Hacedor de Mundos, como si no lo hubiera sabido.
—Son los gonorreos, Señor.


Sobre el autor: Sergio Gaut vel Hartman


Imagen: Three Dragons, de lutamesta en deviantArt

La Creación, escena tres - Héctor Ranea


—La cuadrilla estrellas se queja de no tener fusión. Los de supernovas se quejan porque no tienen las estrellas listas. ¡No quiero imaginarme los de galaxias y afines!
—Enfrentemos otro fracaso. ...No podemos esperar tanto. Sale ahora o esta vez tampoco sale.
—¿Un milagrito?
—Ni hablar. La última vez nos salió todavía peor. Ni con el aborto zafamos del ridículo.
—¡Señor, mire allá!
—¿Qué es, una estrella?
—No; ni a gancho. Eso es mucho más grande. Fíjese como brilla, Sire.
—¿Y quién carajo autorizó eso?
—¡Ah! Ni idea. O son los burócratas de arriba o los ateos de siempre.
—¿Cómo los ateos? ¿No era que habían quedado fuera de concurso?
—Es que con el fracaso del anterior…
—Y sí. Seguro que son ellos. Yo me mato.
Y así nomás fue. Dios se mató de envidia.


Sobre el autor:  Héctor Ranea


Imagen: The great cat, de lutamesta en deviantArt

Anatomía de una ficción - Javier López


Iba a ser nuestro primer cuento a cuatro manos. No la conocía. De hecho vivíamos en las orillas opuestas del océano. Tan solo formábamos parte de un mismo taller literario.
Recibí su correo y supe que sería la primera parte del relato. Luego yo le añadiría algún otro párrafo, se lo volvería a enviar, y así hasta que estuviera completado. Cuando leí su misiva, comenzaba diciendo "Te envío un pie...". Y ya no necesité leer más. Era un pie suave y de una sensualidad exquisita. Me excitó, tanto que decidí enviarle mis manos para acariciarlos. En su siguiente correo ella me envió sus labios. Yo añadí mi boca, mi lengua. Y así, unas horas después, nuestros cuerpos se entrelazaban en una ficción sin límites.
Escribimos un hermoso cuento a cuatro manos y pies, dos bocas y dos lenguas... Eso sí: a un solo corazón.


Sobre el autor: Javier López


Imagen: The elk of ruin, de lutamesta en deviantArt

Naufragio - Carlos Rodríguez Arévalo


Con cada ola de agua salada que chocaba contra su cara se despertaba más, mientras más se despertaba, más sentía los estragos del cuerpo, más sed y cansancio sentía y las arrugadas yemas de los dedos sentían el dolor de la sal en las heridas. Finalmente pasó tanto tiempo solo, desesperado y con dolor, que naufragó en su mente,  hasta que un día al fin lo encontraron y no fue ya más un naufrago, al menos no físicamente por que del otro lugar, nunca regresó.


Tomado de Microtexteando



Sobre el autor:
Carlos Rodríguez Arévalo

Imagen:  Winged Cat, de lutamesta en deviantArt

Incomunicación - Víctor Lorenzo Cinca


En una de sus muchas rondas nocturnas, el vigilante del museo se percata del cruce distante de miradas y sonrisas que mantienen ―desde sus respectivos cuadros, uno frente al otro― el muchacho renacentista con túnica y la joven naïf recostada en el lecho. Una dilatación de la pupila casi imperceptible, un destello fugaz en la mirada, un rápido y leve parpadeo, un guiño pícaro, una minúscula contracción del labio. Pero no dice a nadie nada para que no lo tomen por loco.

A la mañana siguiente, antes de que se abran las puertas al público, la encargada de la limpieza imagina medio avergonzada tórridas escenas furtivas y fantasea con fogosos abrazos goteantes, mientras va fregando unas pequeñas manchas de pintura, todavía húmedas, que han aparecido en el suelo entre ambos cuadros. Tampoco lo comenta con nadie.


Tomado de Realidades para Lelos

Sobre el autor: Víctor Lorenzo Cinca

Imagen: Sapphire Cat Emblem, de lutamesta en deviantArt