viernes, 27 de enero de 2012

De perros – Mónica Cazón


Admito que esto de ser un insecto tiene sus privilegios. El médico dijo que no sufro de patologías severas; nada de depresión, ansiedad o gula. Tampoco enfermedades cardíacas ni del aparato digestivo. Y como si todo eso fuese poco, puedo copular todo el día y cuento con la absolución del Vaticano que bendice estas uniones.
Claro que el doctor se olvidó de avisarme que mis ojos poseen lágrimas; recién ahora me explico por qué, de tarde en tarde cuando la recuerdo, lloro desconsolado y nadie lo sabe.
Del libro en preparación: PLEXOS

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