domingo, 7 de abril de 2013

¿Cuánto duran las fotos? (6) - Héctor Ranea



—Usted me muestra una foto suya o una parte de su alvéolo más tibio y se me vuela la techumbre cerebral, doña Mercí.
—¡Ah, qué elegante, preclaro coronel Burgundio! —me dijo la Madama.
Siempre me gustó que me trataran de coronel, aunque me divorcié del ejército siendo capitán. Algunas personas recordaban mis deseos de llegar a tal grado y me consentían; la Madama Mercí era una de ellas.
—Usted, clarísima e ilustrísima, es el epítome de cualidades de lo que ando necesitando —declamé, casi sin pensar,— ya que soy el indigente de amor que vaga por las calles con música de jazz sonando en su cabeza.
—Se vino poético coronel pero, debo preguntar: ¿vino con plata? Porque acá ya no le fiamos ni el diario, le aclaro.
—¡Ay, que falta hace la poesía en estas calles, muchacha! —tomé mis fotos sepia y, disimulando, me fui por donde había entrado.


Acerca del autor:  Héctor Ranea

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