miércoles, 10 de julio de 2013

El discípulo II - Héctor Luis Rivero López


Comenzó el día eufórico de amor y con un sentido pleno de libertad, a todo el que encontraba le decía un “te amo”. Las mujeres lo ignoraban recelosas y recibió puñetazos de los hombres. Solamente los niños, algunos homosexuales y los ancianos le devolvieron una sonrisa. Terminó el día encerrado en la cárcel municipal por estorbo a la paz y acoso sexual.

Tomado del blog SIN TON CON SON


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